Por: Joe Menacho Malara
Luego de una acertada campaña en redes promovidas por Cinexcusas Perú, respaldada por el colectivo Piura Cine, se logró el objetivo que una cadena de cines en nuestra ciudad, desde el lunes 15 de abril, estrene -aunque limitado– la galardonada “Yana Wara”, película filmada íntegramente en lengua aymara, codirigida por el recordado Óscar Catacora (obra póstuma) y su tío, Tito Catacora.
El filme nos sumerge en la oscura historia de Yana Wara, una adolescente huérfana, de 13 años, quien desde su nacimiento vive una sucesión de hechos trágicos, los cuales son relatados desde los ojos de su abuelo, Don Evaristo, acusado por la justicia comunal de la muerte de su nieta, luego de ser víctima de una violación y un vaivén de visiones terroríficas atribuidas a espíritus malignos del Ande que, según creencias de la zona, la han marcado de por vida.
La película se presenta como un drama social y terror. Por una parte, muestra a una comunidad andina recóndita, olvidada y excluida, que vive bajo su propio sistema de tradiciones, costumbres ycreencias, pero carece de derechos tan fundamentales, como servicios básicos, educación segura y de calidad, sistema de salud accesible, infraestructura rural, etc. Una realidad que en la actualidad prevalece para muchas comunidades de los Andes de nuestro país, donde los menores de edad, mujeres y ancianos son la población más vulnerable.
Si recordamos el anterior largometraje de ficción de los Catacora, “Wiñaypacha” (2017), transmite esa sensación de abandono de sus protagonistas Willka y Phaxsi, sin embargo, la pareja de ancianos nunca pierde la esperanza de volver a ver a su hijo. En Yana Wara, no existe la esperanza sino laresignación a un destino fatídico para su protagonista que finalmente es víctima de las circunstancias de un entorno plagado de abandono, impunidad, machismo, violencia y muchas carencias, sensación dolorosa que se transmite al espectador, sobre todo en impactantes secuencias que retratan una violación, un aborto y una supuesta curación chamánica.
Por otra parte, las escenas de terror están bien logradas a nivel narrativo y técnico, desde las alucinaciones de la protagonista hasta la representación de los espíritus malignos del ande que se inspiran en la cosmovisión del universo aymara, como el Anchancho, que habita en la oscuridad de las cuevas y es ave de mal agüero. Sin embargo, el verdadero terror se siente al ser testigos de las condiciones, situaciones y circunstancias que padece la protagonista hasta su fatídico final.
Óscar Catacora, natal de la comunidad campesina de Huaychani (Ácora – Puno), muestra en sus películas, sobre todo en su obra póstuma “Yana Wara”, una dualidad en su entorno: la majestuosidad, riqueza y belleza natural de los Andes, en contraposición a la desigualdad, exclusión y abandono de sus comunidades. Un claro llamado de atención a un país como el nuestro que es ajeno e indiferente a esta realidad del “Perú Profundo”. Lamentablemente, Óscar Catacora, falleció filmando esta película, víctima de las circunstancias que de alguna manera denuncia en sus filmes.
La nobel actriz Luz Diana Mamani (Yana Wara), ahora con 15 años, comenzó a trabajar en la película a los 13 años. Su desempeño es bastante admirable y convincente, teniendo en cuenta que no es actriz profesional y éste es su debut actoral, sin embargo, sin diálogos logra transmitir con naturalidad y determinación sensaciones de dolor, sufrimiento, vacío y resignación a un destino fatídico. Cecilio Quispe, es el actor que interpreta a Don Evaristo, así como él, los demás actores naturales fueron escogidos en castings y formados en talleres de actuación.
Respecto a los aspectos técnicos, la fotografía es el más resaltante y mejor logrado, entregando hermosas tomas en blanco y negro que se asemejan a verdaderas obras de arte, por ejemplo, las escenas en las cuevas, donde el juego intermitente entre luz y oscuridad aportan a la atmósfera de suspenso y terror, pero también muestran en toda su amplitud la majestuosidad de los paisajes naturales de Conduriri (Provincia del Collao), ubicada en el altiplano puneño. El uso del blanco y negro, el formato 4×3 y los planos fijos dan una sensación de antigüedad y abandono, de encapsulamiento en el tiempo y espacio, pero también ayudan a concentrarnos en las acciones de los protagonistas.
El trabajo de sonido, a cargo de Rosa María Oliart y su equipo, también enriquecen la narrativa y suman a las atmosferas de la película, donde la belleza de la naturaleza y la “Pachamama” se convierten en un personaje con vida propia que acompañan y son testigo de los avatares de la protagonista.
“Yana Wara”, es un filme que es imprescindible de apreciar, porque más allá de su narrativa, el gran desempeño de su protagonista y sus bien logrados aspectos técnicos, aborda temáticas y situaciones de los pueblos del ande peruano que merecen y deben ser atendidos. En nuestra ciudad, Piura, se quedará una semana más en cartelera.