Hoy 3 de noviembre, el Perú celebra una fecha especial. Se celebra el día de San Martín de Porres, el santo de la escoba, el santo de los barberos, aquel que dio de comer en un solo plato a un perro, un gato y un pericote.

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Desde muy niño, San Martín dejó ver su lado misericordioso, sintió predilección por los enfermos y los pobres. Aprendió el oficio de barbero y algo de medicina. A los quince años pidió ser admitido como “donado”, es decir, como terciario, en el convento de los Dominicos. Pero fue en 1906 cuando realmente hizo su profesión religiosa.

Al igual que el amor que le tuvo a los hombres, también lo tuvo por los animales. Pues uno de los episodios más destacados en la vida del fray mulato fue el hecho de que alimentara a un perro, gato y pericote en un mismo plato. Algo imposible de hacer.

Entre todos los animales tuvo predilección por los pericotes (ratones) ya que todos los rechazaban por ser animales relativamente nuevos y desconocidos en el Perú. “El mismo tiempo malgastó en mí Dios, que en hacer un ratón, o a lo más dos”, decía el santo mulato.

El santo mantenía en su celda a un perro que había rescatado de la calle y a un gato, los cuales eran tan amigos que comían del mismo plato. Un día, cuenta la historia que mientras el perro y el gato comían en aparente paz del viejo mismo plato, apareció un pericote atraído por el olor de la comida. El perro se sorprendió y ladró asustado, pero no tan asustado como el gato por el ladrido.

Alertado por el alboroto, San Martín de Porres trató de calmarles. “Cálmense, criaturas del Señor, cálmense”, dijo a los asustados animalitos.

Al pericote le dijo “Salga sin cuidado, hermano pericote. Paréceme que tiene necesidad de comer; venga, que no le harán daño”.

Y a los otros dos animales “Vaya, hijos, denle siempre un lugarcito al convidado, que Dios da para los tres”.

El pequeño roedor se acercó confiando en las palabras del santo y los otros dos lo recibieron sin protestar. Desde entonces los tres comían juntos y en paz.

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