La Ilustración, como movimiento cultural y político de la Europa de mediados del Siglo XVIII, tuvo por finalidad declarada, “disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón”. Los ilustrados tenían el convencimiento de que la razón significaría la superación de la ignorancia, la superstición y la tiranía que impedían al hombre ser libre. Por eso se endiosó a la Razón, con mayúscula, y se le rindió culto con ese conglomerado de fiestas cuasi religiosas que marcaron la parte ¿más pintoresca? de la época más convulsa de la Revolución francesa: la época del Terror.
Pienso que el señor Bertini habría encajado perfectamente en ese momento histórico; aunque no tanto en el Illuminismo de la Italia de sus ancestros (de conocerlo, quizá Giambattista Vico hubiese visto en él materia prima con la cual trabajar), sino en la Illustratio del París de Voltaire y de Rousseau. Ya colocado en ese escenario, he recreado mentalmente nombres y situaciones, y me ha brotado con naturalidad esta pregunta: ¿cómo habría sido el Terror parisino con Robespierre y Bertini juntos, y ambos con WhatsApp? ¡Terrorífico!
Como terrorífico es que el señor Bertini se haya autoelevado y colocado por encima de la razón para, desde esa altura, divisar a los piuranos y reconocer a quienes son aquejados de estupidez.
En la última sesión de la Comisión Investigadora del Consejo Regional que indaga sobre el desborde del río Piura, no solo ofendió, con ofensa merecedora de sanción penal y reparación civil, a los políticos que estarían en carrera por la gobernación regional al llamarles estúpidos, sino que nos ha ofendido, ¡y bien ofendidos!, a todos los piuranos que hemos rechazado su propuesta de romper el dique del Puente Independencia. En cristiano, ha dicho que esos estúpidos políticos nos han manipulado y nos han hecho creer lo increíble: que Bertini no tenía Razón. ¿De tan mala calidad somos esa gruesa mayoría de piuranos como para dejarnos manipular por los estúpidos? Si quienes nos han manipulado son estúpidos, ¿qué nombre merecemos recibir los manipulados?
¿De tan mala calidad somos esa gruesa mayoría de piuranos como para dejarnos manipular por los estúpidos?
Pero no todo está echado a perder. Afortunadamente tenemos entre nosotros al Ilustrado Bertini, para disipar las tinieblas de los piuranos mediante las luces de su Razón. Esa Razón que seguro nos irradiará luminosidad para comprender que cuando él escribió en el WhatsApp “Señores o rompen las defensas o inundamos Piura”, realmente no quería salvar a Piura a costa del Bajo Piura, sencillamente porque no había riesgo para la población, a pesar de que, como apuntaba Jaime Távara, partícipe de las conversaciones en WhatsApp, “Van [a] existir peligros en las zonas del bajo Piura si se hace eso”.
Esa Razón sin vacilación nos iluminará para entender cómo la inteligencia de Bertini estaba por encima de la del grupo de técnicos que días previos a ese fatídico 27 de marzo, había discutido y descartado romper el dique. Esa Razón sin titubeo disipará nuestras tinieblas para entender el error en el que se colocó la población del Bajo Piura al oponerse a la ruptura del dique días antes al desborde del río. “En ambos escenarios existe peligro de inundación en Cura Mori. Ningún escenario fue aceptado por población de Cura Mori”, escribía Jaime Saavedra, otro de los partícipes de la conversación en el WhatsApp. Y en fin, esa Razón cogerá de la mano mi inteligencia disminuida, la levantará y la pondrá en condiciones de entender cómo es que la propuesta de romper el dique era una no solo oportuna sino tan útil como inofensiva.
La Razón del Ilustrado Bertini ha expresado que “En estado de emergencia todas las alternativas de solución son viables” (Diario La República, 21 de junio); lo que me ha recordado esta otra de Robespierre: “El terror no es más que la justicia rápida, severa e inflexible”. Yo, que soy de la masa de manipulados por la estupidez, me pongo en pie y desde mi razón disminuida por las tinieblas de mi ignorancia, le respondo: no, señor Bertini, no todas las alternativas son viables en un estado de emergencia, del mismo modo que el terror no puede ser una modalidad de justicia; ¡siempre hay límites!, unas veces materiales otras veces morales, y su propuesta de romper el dique traspasó esos límites, precisamente por pensar que no tenía límites.