El pintoresco pueblo andino de Ayabaca despierta con un aire de devoción y espiritualidad que lo envuelve por completo mientras las hermandades de peregrinos, que han recorrido días enteros cruzando llanuras y cerros, finalmente llegan al santuario del Señor Cautivo, el patrón venerado de esta provincia.
La primera en hacer su entrada triunfal al ciudad de la serranía piurana fue la hermandad de la «Virgen de Lourdes» de la provincia de Huancabamba. Los rostros de los peregrinos reflejaban una mezcla de cansancio y fervor. Algunos de ellos, optaron por avanzar de rodillas como señal de su devoción inquebrantable.
La llegada de los peregrinos marca el inicio de una serie de acontecimientos conmovedores. Llenos de fe, recorren el camino hacia el altar mayor, entonando rezos y cánticos que resuenan en el santuario. Las lágrimas corren libremente por sus mejillas mientras se postran ante el «Negrito Lindo«, como cariñosamente le llaman.
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Gran devoción
Asimismo, desde las primeras horas de la mañana, una larga fila de fieles que llegaron en vehículos se extiende a lo largo del camino. Ellos esperaban ansiosamente su turno para ingresar al santuario y ofrecer sus oraciones al Señor Cautivo. Cada paso en esta procesión es una manifestación de fe, un lazo que une a las personas en la búsqueda de la paz espiritual.
Ayabaca, un rincón en los andes peruanos, se convierte, en este mes, en el epicentro de la devoción y la cultura, donde la fe de los peregrinos se entrelaza con la música y la celebración.