El país se alista para unas elecciones con reglas distintas. En los comicios del 2026, además del presidente y vicepresidentes, los peruanos elegirán a diputados y senadores, dando paso al regreso formal de la bicameralidad. Este rediseño institucional no solo modifica la estructura del Parlamento, sino también cómo se elaboran, revisan y aprueban las leyes, por lo que exige a la ciudadanía comprender mejor las funciones y límites de cada cámara.
El magíster Alfonso Lip Zegarra, docente de Derecho de la Universidad de Piura (UDEP), explicó que el nuevo modelo legislativo supone un cambio sustancial en la forma de representar y analizar los asuntos públicos. Los diputados, dijo, serán los representantes más próximos a la población: su número variará según la densidad de cada circunscripción y tendrán el deber de recoger demandas regionales, fiscalizar a los ministros mediante interpelaciones y censuras, y presentar iniciativas legislativas vinculadas a los problemas cotidianos de sus territorios.
Los senadores, en cambio, se elegirán en un distrito electoral único y tendrán a su cargo la revisión de temas de alcance nacional. Su labor estará enfocada en políticas de Estado, reformas institucionales, asuntos territoriales y decisiones que requieren una mirada más estratégica. Con ello, complementarán el trabajo de los diputados aportando una visión más amplia y estructural.
Cómo se aprobarán las leyes con dos cámaras
El retorno de la bicameralidad también implica un proceso más riguroso para aprobar una norma. Todo proyecto deberá iniciarse en la Cámara de Diputados, pasar por comisiones y debatirse en el pleno. Si obtiene la mayoría requerida, será enviado al Senado, que podrá aprobarlo, modificarlo o archivarlo. Solo si supera ambas revisiones llegará al Ejecutivo para su promulgación u observación.
Según Lip Zegarra, este doble filtro eleva la calidad legislativa, al evitar normas improvisadas, mal redactadas o sin sustento técnico. La participación de dos cámaras permite contrastar la perspectiva ciudadana de los diputados con la mirada nacional de los senadores, lo que genera un trabajo legislativo más equilibrado.
Ventajas y riesgos del nuevo sistema
El docente subrayó que el retorno a dos cámaras trae beneficios evidentes, sobre todo en la calidad de las leyes. Pero también advirtió desafíos importantes. En un país políticamente fragmentado, un proceso legislativo más largo exige mayor capacidad de consenso. La falta de acuerdos podría trabar proyectos en cualquiera de las cámaras, incluso aquellos con apoyo parcial, generando demoras en temas urgentes o tensiones entre bancadas.
Para Lip Zegarra, el impacto de la bicameralidad no dependerá únicamente del diseño institucional.
“El sistema no solucionará por sí mismo los problemas del país; todo dependerá de la calidad de los representantes y de su compromiso con una visión de país”, señaló.

