El primer y segundo día de noviembre, algunas ancianas recorren las plazas centrales de Catacaos, La Arena y otros lugares del Bajo Piura en busca de bebes y niños para darles de comer unos dulces llamados Angelitos combinados con miel. Si has tenido la oportunidad de pasar Velaciones en el Bajo Piura, de seguro habrás visto este hecho, pero ¿cuál es el significado detrás de esta tradición y cuál es su origen?

Como todas las tradiciones, esta no es nueva. Su origen se remonta a 900 años atrás. Según Matías Cruz Sandoval, historiador de costumbres cataquenses, la repartición de Angelitos es una herencia de la cultura Tallán, cultura que siempre veneraba a sus muertos.

Esto porque los consideraban como almas que partían al más allá, a la gloria. Esta es solo la base, puesto que la llegada de los españoles hizo que este ritual tomara el rumbo que hoy conocemos.

Angelitos protectores 

Cruz comenta que con la colonización, los niños fallecidos pasaron a ser ángeles protectores que parten al cielo adelantándose a la muerte de los padres. Para rendir culto a los niños difuntos, se buscaba una manera de aproximarse a su entorno. Es por esto, según indica, que el color y la forma de los dulces son tan atractivos para los pequeños.

Estos dulces se preparan con días de anticipación debido a la demanda que a pesar de los años, aun persiste en estas zonas. Principalmente son preparados a base de harina de maíz, manteca, agua, camote y chancaca. Su forma puede varias, las reposteras optan por alfajores, otros prefieren en forma de galletas o pequeños pasteles.

Asimismo la dedicación que invierten en esta tradición llega incluso a su empaque, el cual se decora con un forro de color. Su costo es de un nuevo sol, y se vende exclusivamente el 1 y 2 de noviembre.

La tradición 

De la misma manera este rito cobra un significado muy importante para aquellas personas que reparten los dulces. El proceso es sencillo. Una mujer mayor lleva consigo una bolsa de coloridos Angelitos acompañado de una botella con miel.

Así en medio de toda la gente que ocupa la plaza central del pueblo, ella busca a un niño que tenga la edad del pariente que perdió. Parte un poco de la galleta, lo mezcla con miel y se lo da de comer al niño diciendo “come por mi hijito, que en paz descanse”.

Asimismo revisa la lista que lleva en su mano y marca el nombre del pariente al que le acaba de rendir culto a través del dulce que le ha entregado al niño del parque.

Pandemia COVID-19

Este 2020 debido al contexto de pandemia por el que estamos atravesando será difícil encontrar en las afueras de los cementerios a las vendedoras de los tradicionales angelitos, ya que esta festividad de velaciones ha sido cancelada para evitar contagios de COVID-19. Pero estamos seguros que esta bella tradición no desaparecerá.

Investigación: Frida Cárdenas Figueroa