Marzo 2017. 09 de marzo. 11 con 40 de la noche. Y entonces Alan con su clásica pregunta: “¿Juan está despierto? “. Si compañero, le respondo. Claro que sí. Y justo hoy quiero preguntarle varias cosas no políticas, sino de cultura popular. “Encantado”, responde Alan.
Juan: ¿Usted es muy musical compañero Alan?
Alan: Todos somos musicales Juan. En realidad los seres humanos tenemos ritmos en el alma. Eso creo.
Juan: Me refiero que usted estudia la música. Y la ejerce. Baila diversos ritmos, canta.
Alan: Soy un ser humano que cree que no se puede vivir sin música. Mire, cuando nos reuníamos cada domingo con Haya de la Torre en su casa, él me insistía y conmigo a todos, lo importante y vital que era para el ser humano la música. Para mí la música expresa no solo el alma de un individuo, sino el alma colectiva de un pueblo, de un momento, de un espacio tiempo. Por eso si deseamos hacer un análisis profundo de una realidad social determinada es importante saber el entorno musical…
Juan: Pero, seré más directo compañero Alan. Usted analiza la música como contexto, como envoltorio, no en la profundidad de su sentido…
Alan: No Juan. Se equivoca. No solo me gustan los ritmos de nuestra Selva, el canto de nuestros campesinos serranos o un vals peruano. No solo me emociona la voz de un tenor por lo que pueda expresar. No solo eso. También he logrado encontrar a quien considero uno de mis héroes musicales. ¿Usted tiene héroes musicales, Juan?
Juan: Si. Pero…
Alan: Dígamelos. Vamos. Anímese. Soy respetuoso.
Juan: Tengo varios. Pero finalmente me quedo con dos. Están José Luis Perales, Raphael, John Lennon, Michael Jackson…
Alan: No me diga. Usted si tuviera que escoger solo se queda con los 2 primeros.
Juan: Si. ¿Cómo lo sabe?
Alan: Uno expresa pensamiento, letra y el otro expresa arte escénico, transmite sensaciones.
Juan: Si. Si. Eso es. ¿Y sus héroes?
Alan: Tengo varios Juan, igual que usted. Pero hoy solo hablaré, le contaré de Bob Dylan. En él encontré más que a un músico, a un intelectual lleno de sabiduría. Con su voz nasal, su denuncia lúdica, a veces cínica, construye la imagen del niño desordenado; inquietante como El Principito, pero apático y, en apariencia, sin ilusión. Un niño de imagen ingenua que ve el ciclo eterno bajo la ilusión, un psicoanalista de la especie humana que diagnostica dos veces un solo individuo. Es un profeta de tiempos, un sabio con 3,000 años de sabiduría en el alma.
Juan: Vaya. Vaya. Usted es más fanático que yo. Que tales definiciones compañero Alan. Dylan. Me gusta. Bob Dylan. Un retratista del alma. Pero sabe que me fascina que me hable del Principito. Me conmueve leerlo y verlo en un ápice de emoción, compañero Alan.
Alan: Y a mí me da gusto conversar con usted, querido amigo, de temas que no converso con muchas personas. Ya es tarde. Debe dormir. Cuídese. Un abrazo a toda su familia.
Juan: Bendiciones compañero Alan…