Un equipo internacional de astrónomos, dirigidos por Claudia Paladini, del Observatorio Europeo del Sur (ESO), muestra como será el sol en el futuro, usando como ejemplo a la estrella gigante roja π1 Gruis.
Perteneciente a la constelación de Grulla, la estrella, en efecto, tiene la misma masa que el Astro Rey, pero es 700 veces más grande y varias miles de veces más brillante.
La estrella agotó hace mucho tiempo sus reservas de hidrógeno, su combustible principal durante miles de millones de años. Lo cual terminó con la primera fase de su "programa" de fusión nuclear.
Según los investigadores, cuando a una estrella se le termina el hidrógeno, en efecto, su horno de fusión queda inactivo, dejando de suministrar la energía necesaria para resistirse a su propia gravedad, que tiende a aplastarla.
En este punto, al no hallar resistencia, la gravedad hace que la estrella se encoja, y al hacerlo se calienta cada vez más, hasta alcanzar una temperatura de 100 millones de grados.
Alcanzada esa enorme temperatura, el horno nuclear vuelve a encenderse, esta vez para quemar helio. Al volver a generar energía en gran cantidad, la estrella vence a la gravedad y empieza a crecer rápidamente, expulsando sus capas exteriores y convirtiéndose en un auténtico "balón" hinchado y cientos de veces más grande que la estrella original.
La Tierra sin vida
Nuestro Sol, que está aún en la etapa de quemar hidrógeno (le queda combustible para unos 5.000 millones de años más) ofrece, por ahora, un aspecto bien diferente.
Su fotosfera no contiene solo unas pocas y enormes células de convección, sino cerca de dos millones de ellas, cada una de unos 1.500 km de diámetro.
Sin embargo, los parecidos entre π1 Gruis y el Sol son muchos más que sus diferencias. Y dentro de 5.000 millones de años, cuando nuestra estrella también agote su hidrógeno, se verá sometida a los mismos y devastadores procesos.
Y la Tierra, si es que existe todavía, será una roca tan caliente que no podrá albergar ya ningún tipo de vida.