Han pasado más de dos años desde que comenzó la crisis de salud por la COVID-19; además, este año, se han sumado nuevos acontecimientos que siguen deteriorando la salud financiera de las familias, tales como la inflación, el incremento del costo de la deuda y el desempleo. Los ahorros de muchas familias y empresas se han agotado y se vienen tiempos difíciles, porque deberemos cubrir los gastos que cada vez aumentan más, mientras que los ingresos se reducen, consumidos por el alza de precios.
¿Qué nos espera en los siguientes meses? Las perspectivas económicas no son muy alentadoras, porque se prevé una crisis mundial, ante la cual las autoridades monetarias ya vienen aplicando políticas muy restrictivas. Eso nos lleva a pensar, como padres de familias o jefes de hogar, que la situación económica se va volver más austera en los siguientes meses. Por ello, debemos analizar nuestra salud financiera.
Esta evaluación no solo implica analizar el endeudamiento, sino también las inversiones que tenemos (y que nos pueden servir como un adicional para un ingreso futuro) y nuestra capacidad de gasto. Es necesario que redefinamos el gasto y lo limitemos a lo que es estrictamente necesario; y, también, planificar cómo actuar ante una contingencia. Son tiempos de mucha previsión conservadora, bajo un escenario tan adverso.
Mantener un control de los gastos y un ahorro es una estrategia que debemos implementar en tiempos difíciles. Planifica el destino de los ingresos extras que puedas obtener, como el caso de las gratificaciones; y, si vas a retirar los fondos de tu CTS o de tu AFP analiza y evalúa en qué los invertirás porque estarás disponiendo de los ahorros para tu futuro. Busca algún emprendimiento que te permita mejorar los ingresos.
La adecuada administración del dinero te permitirá gozar de una buena salud financiera.