El verano en Piura ya empieza a despertar con tardes soleadas y domingos de cielo despejado. Pero el calor que en antaño evocaba mañanas  de playa, tardes domingueras en el petate comiendo mango criollo y bodoques de fruta, ahora rememora la llegada de la terrible zancudera. La multiplicación de la plaga, que si no te cuidas te mata y hace que tu bebe nazca deforme. Empieza el insomnio por el zumbido socarrón de la zancuda  picándote las orejas, la intoxicación con el vape, los espirales y amortajamiento asfixiante del mosquitero que se te pega en la piel por tanto calor.

En octubre se acaba el amor. ¿Acaso se escucharán las mismas quejas? que en tu barrio no fumigaron,  y que si fumigaron es puro petróleo que hecha humo,  y en vez de matar zancudos los alborota y aparecen más. Que el abate contamina el agua, y que si no  contamina, se te olvida y lo botas en el cambio de agua. Que no te atendieron en la posta, y que si te atendieron no te dieron paracetamol. Santa paciencia.

Nuevos y mejores resultados demanda nuevas estrategias y al parecer la Diresa ha echado mano de la experiencia compilada en el último año. Por  eso, según leía en un diario local,  una vez reconocidas las carencias, se están curando en salud  capacitando al personal que se encargará de controlar al zancudo ya sea con ovitrampas, vigilancia epidemiológica, abatización,  fumigación,  y esta vez la  medición de resultados  pesará mucho en la mesa de las decisiones para la conformación de equipos.

Queda la responsabilidad de nosotros como vecinos y vecinas  de comprender que ni la posta, ni el alcalde son los responsables de nuestras mismas actitudes frente a una epidemia y que este año, como todos los años, nadie nos dará el premio al mejor ropavejero y antigüista del barrio. Así que tendremos que dejar de lado nuestra pasión por coleccionar botellas, llantas, pomos, tapers, ollas y tinas rotas y demás depósitos viejos  que pronto servirán de guarida  para nuestros propios asesinos.

Este año tenemos la oportunidad de volver a fojas cero, cambiar la historia del dengue  y darle la sorpresa al país, organizándonos sin esperar ser convocados, limpiando nuestras casas sin esperar que nos lo indique la tele o  la radio. Cuidando de los nuestros sin tener que esperar que el presidente aparezca llamándonos a la acción. ¿Y si damos la sorpresa?