Viernes Santo de la Pasión del Señor.

Homilia del Excelentísimo Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, SCV Arzobispo Metropolitano de Piura.

Hoy, Viernes Santo, en el Año de la Misericordia, celebramos los misterios de la pasión y muerte del Señor Jesús en los que contemplamos el infinito amor y la misericordia del Padre por nosotros, que entrega al Hijo amado por nuestra salvación. La Basílica Catedral de Piura se vio colmada de fieles que participaron de los oficios de este día, los cuales se iniciaron a las tres de la tarde con el “Sermón de las 7 palabras de Cristo en la Cruz”. Las meditaciones estuvieron a cargo de diferentes sacerdotes de nuestra Arquidiócesis y de nuestro Arzobispo quien meditó en torno a la última palabra del Señor: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46). A continuación Monseñor Eguren presidió la “Celebración de la Pasión del Señor” en la que se llevó a cabo la adoración de la santa Cruz.

En su homilía, nuestro Pastor reflexionó en torno a la victoria del Señor crucificado: “Hoy nuestra mirada de fe se dirige a la Cruz y en ella al crucificado, al dulce Señor Jesús. Decimos que la Cruz es signo de victoria. ¿Pero cuál es su victoria? Los discípulos han abandonado al Señor, incluso Pedro, el primero entre los doce apóstoles ha renegado de Él con maldiciones. Y Judas le ha traicionado por treinta monedas de plata y lo ha vendido con un beso, cuando el beso es el símbolo de la amistad, del cariño entrañable, de la fidelidad, del amor. Decimos que la Cruz es signo de victoria. ¿Pero cuál es su victoria? El pueblo que Dios preparó con tanto amor a través de los siglos para recibir al Mesías y al que Jesús había enseñado, alimentado y curado con tanto amor ahora pide que lo condenen, lo rechaza y exige para Él la pena capital reservada para los peores criminales: la crucifixión. Decimos que la Cruz es signo de victoria. ¿Pero cuál es su victoria? El representante oficial de un Imperio orgulloso por haber introducido en el mundo el derecho romano que supuestamente garantiza la justicia para todos, proclama la sentencia más vergonzosa de la historia después de un proceso lleno de mentiras, calumnias e injusticias. Por ello nos preguntamos. ¿Cuál es la victoria de la cruz? ¿Acaso todo no nos habla más bien de un fracaso clamoroso y desastroso?”.

“La victoria de la Cruz – continuó Monseñor Eguren – nunca la podremos comprender con los criterios del mundo que exaltan el poder, el dominio, la prepotencia, la violencia, los privilegios, la exaltación personal y el autoritarismo. La victoria de la Cruz sólo se comprende desde la inmensidad del amor de Dios por el hombre, un amor que lo lleva a la locura de la Cruz por nosotros. Sólo la comprenden los que aman como Jesús, los que descubren que en el perder esta el ganar, que en el darse está el encontrarse, que en el morir está el vivir, que en el perdonar está la victoria sobre el odio, que en el compartir esta el triunfo sobre el egoísmo, que en la mansedumbre está la victoria sobre la violencia”.

“De otro lado surge otra pregunta: ¿Por qué ha sido necesaria la Cruz? Por la gravedad del pecado que nos tenía esclavos y condenados a la muerte. La Cruz expresa por un lado toda la fuerza negativa del pecado y del mal, y por el otro lado, toda la mansa omnipotencia de la misericordia de Dios. Como nos dice el Papa Francisco, cuando dirigimos la mirada a la Cruz donde Jesús ha sido clavado contemplamos el signo del amor, del amor infinito de Dios por cada uno de nosotros y la raíz de nuestra salvación. De aquella Cruz brota la misericordia del Padre que abraza al mundo entero. Por medio de la Cruz de Cristo, el Maligno ha sido vencido, la muerte es derrotada, se nos ha dado la vida y se nos ha devuelto la esperanza. Por eso hoy y siempre podemos decir: Sí, te adoramos Señor, elevado en la Cruz entre la tierra y el cielo, Mediador único de nuestra salvación. ¡Tu Cruz es el estandarte de nuestra victoria!”, añadió nuestro Arzobispo.

Sigamos rezando por nuestros hermanos cristianos perseguidos

 Al concluir, nuestro Pastor exhortó a los fieles presentes a orar intensamente por nuestros hermanos cristianos que hoy sufren persecución: “Mientras contemplamos y celebramos la Santa Cruz, pensemos con conmoción en tantos hermanos y hermanas nuestros que en estos tiempos son perseguidos y asesinados a causa de su fidelidad a Cristo, tanto en Medio Oriente como en otras partes del mundo por el solo delito de adorar a Cristo crucificado. Allí nuestros hermanos en la fe sufren discriminaciones, humillaciones, e incluso el martirio. Por eso, hoy los recordamos y rezamos de modo especial por ellos. Que María, la Virgen Dolorosa los proteja y nuestra oración y caridad los consuele. Les recuerdo que la colecta de hoy Viernes Santo se destina precisamente para nuestros hermanos cristianos de Tierra Santa, Siria e Irak”.

Al finalizar la Celebración de la Pasión del Señor, se dio inicio a la procesión de las veneradas imágenes del Señor del Santo Sepulcro y la Virgen de los Dolores. Un mar de fieles se volcó a las calles del centro de nuestra ciudad para manifestar su amor y gratitud al Señor Jesús que dio su vida por nosotros.