Presentación del libro "El cura sin cura".

Sonreír es inherente al ser humano. Y el Padre Walter Malca Rodas, C. Ss. R., lo tiene muy presente, pues acaba de presentar su nuevo libro “El cura sin cura”, un libro de chistes. Los comentarios no se han hecho esperar: los hay de todo calibre; pero, con ésta y sus demás publicaciones, el Padre está decidido a revolucionar el sentido de esperanza que muchos seres humanos tienen, e impulsar dos ideas muy simples, pero complejas, a la vez: alegría y amor.

Al parecer, el binomio alegría-predicación con el que usted trabaja últimamente, está dando resultados. Sin embargo, faltan muchas mentes por cambiar. Al respecto, ¿cuál es la mayor misión de su nuevo libro, “El cura sin cura”, frente a la sociedad?

La alegría trae una serie de beneficios, pues contribuye a la salud física y mental de la gente. En este sentido, el chiste cultiva la virtud de la alegría. La idea es forjar gente con mayor capacidad de alegría.

¿Cuál ha sido la experiencia, o el elemento detonante primordial por el que un sacerdote decide escribir un libro de chistes, y no continuar con la serie de libros de liderazgo y autoayuda, con los que está acostumbrado a deleitar a su público?

Desde hace mucho tiempo la gente me ha pedido que escriba un libro de chistes. Yo no lo hacía por considerar que un libro de chistes no era tan serio e intelectual. He descubierto que el chiste es de lo más serio e intelectual que puede existir, porque es más fácil hacer llorar que hacer reír. Para contar un chiste se necesita un determinado tipo de inteligencia: la inteligencia lúdica.

Usted ya es un personaje público y mediático. Ha viajado por distintos lugares, dentro y fuera del país, debido a su trabajo como conferencista.  ¿Cómo cree usted que son los católicos peruanos, en particular, cuando se trata de ser felices? ¿Son o no son felices los peruanos, en general?

Creo que no es fácil hablar de la felicidad de los peruanos; me parece que depende de las regiones. Los Piuranos, por ejemplo, son gente muy amigable y graciosa. En cambio el limeño, por su ritmo de vida, es más propenso al estrés y el estrés mina nuestra capacidad de felicidad.

Los hermanos de algunas otras religiones toman como una burla o falta de respeto el nuevo material bibliográfico que está publicando, dada su condición de representante de Dios. ¿Tendría algún mensaje para ellos, o prefiere continuar su labor sin escuchar éstas críticas?

Se trata de tener criterio propio, como Jesús, para hacer las cosas por convicción y no para agradar a nadie. Yo estoy convencido que mi esfuerzo por llevar alegría es una contribución al bienestar de la gente y eso es lo que me motiva.

Es inevitable preguntarle qué es lo que opinan sus pares Redentoristas, de su trabajo como escritor, especialmente por esta última publicación. ¿Lo sabe usted?

Sobre mi literatura, en general, son variadas las opiniones: he escuchado comentarios desde los más desalentadores hasta los más alentadores. Pero como te digo, se trata de hacer las cosas por convicción. Además, es motivador escuchar comentarios positivos de otros personajes relevantes, como el Dr. Fernando Maestre, Frieda Holler, entre otros. Sobre mi libro de humor aún no he escuchado ningún comentario.

La alegría siempre ha sido relacionada como un valor de la juventud, y de los niños, y muy pocas veces con adultos y ancianos. ¿Cómo disipar esa idea inoculada en los seres humanos, generación tras generación? Pues los adultos tienen que ser serios, sino no han “madurado”, ¿no?

Lamentablemente se asocia la seriedad con la amargura. Podemos ser serios, pero alegres y felices. Para mí la seriedad tiene que ver con la responsabilidad. Yo me considero un tipo serio, porque soy responsable con lo que hago, pero además soy feliz y alegre. La alegría es una virtud que debemos cultivarla en cualquier etapa de la vida.

¿Tiene en mente algún otro nuevo proyecto futuro, que tenga que ver directamente con el contenido y el propósito de “El cura que no tiene cura”?

Sí: quiero escribir un libro sobre la historia de los cómicos más reconocidos en el país y mi acercamiento al humor. Además, estoy animándome a organizar un show de humor, pro fondos de las obras sociales del movimiento SERVID, una institución que fundé, sin fines de lucro, con la que realizamos proyectos con temáticas diversas, enmarcadas en la educación y el trabajo.

Usted fue reconocido en el 2015 como Embajador de la Paz. En estos momentos de crisis a nivel mundial, y sin ánimo de ser pesimista,  ¿el concepto de “paz” está perdiendo su esencia?

El reconocimiento fue por parte de la Federación Para la Paz Universal, en el Congreso de la República del Perú. Yo pienso que la paz es don y tarea: es don en cuento hay que pedirle a Dios que nos conceda la paz, y es tarea, en cuanto hay que trabajar para alcanzar ese don.  La paz viene del corazón: si tenemos hombres pacíficos tendremos una sociedad pacífica.

A su entender, ¿qué le faltaría a la juventud contemporánea para ser felices y lograr sus cometidos y sueños?

Para triunfar en la vida se necesita tener fe, valor, coraje y entusiasmo. Cuando faltan estos ingredientes es muy difíciles alcanzar nuestros sueños. El triunfo no se logra de la noche a la mañana. El triunfo es como el árbol, que antes de ser árbol fue semilla que germinó y fue creciendo en un proceso lento.

Finalmente, ¿con qué perspectiva recomendaría leer este nuevo libro suyo? ¿O, en todo caso, por qué recomendaría leerlo, considerando que en el propio Internet hay miles de webs o chistes de primera mano, también de corte “sano”?

Es verdad que en internet hay muchas cosas, pero no por eso se va deja de seguir publicando libros. No es lo mismo ver una película en cine que en la tele o en la pantalla de tu celular. De igual modo no es lo mismo leer un libro en internet que en físico… la sensación es totalmente diferente. Al menos, esa es mi experiencia.

Cabe resaltar, que el Padre Walter es muy querido y conocido en nuestra ciudad, Piura, debido a su labor pastoral y de servicio social, así como su trabajo de conferencista y escritor, que realiza desde hace más de una década.