Se ha hecho muy popular entre la gente, aquel pensamiento que intentan divorciar el amor y el dinero. Es más, cuando hay problemas entre las parejas siempre una de las 2 partes le dice a la otra: “Solo por un poco de billetes que das”; o también dicen: “Solo porque tú das más”. Es decir, aquello que debería ser motivo de alegría se convierte en motivo de discordia y se ha creado una falsa dicotomía de que el dinero es adversario del amor, que son en apariencia enemigos irreconciliables.

Nada más alejado de la verdad. El dinero que proviene del trabajo es bueno, no solo eso. Trabajar largas horas para poder conseguir dinero es un acto de amor. Dejar varias horas de sana diversión, de familiaridad por estar trabajando para llevar al hogar algo mejor de hecho es un acto de amor inmenso. Sacrificar tus horas de paz por el trabajo, para ganar algo más para el hogar es de hecho un acto inmenso de amor.

El aparente divorcio entre uno y otro es eso: algo aparente. Antes de decir o siquiera pensar una cosa como esta hay que reflexionar lo que va uno a pensar o decir. Y más bien es un acto de desprecio al amor si no valoras todo lo que el trabajo produce para el hogar. El dinero bien ganado, fruto del intenso trabajo es un acto de amor, y si lo compartes con tus seres queridos, con los demás pues es un doble acto de amor. Hay que ser sencillos, que la soberbia o la envidia no ensucie nuestra alma. Valoremos los actos de amor, tan simple fórmula para ser feliz. Ni más ni menos.